sábado, 28 de diciembre de 2013

Las cosas de la Navidad y… Feliz Nochevieja

Me gustan demasiado estas fechas como para perder la sonrisa con el post anterior, me niego. No me callo, pero me niego a llenarme de indignación y a no disfrutar de la Navidad. Ya no soy una niña, pero sí que me he levantado con su misma ilusión la mañana de Navidad para ver si Papa Noel me había premiado por portarme bien. Tengo espíritu navideño, creo. ¿Lo tengo? Veamos…
La Navidad, comienza realmente el 22 de diciembre con el sorteo de la lotería (ahora que ya no lo ponen, no voy a decir nada del anuncio,… eh… y mira que es tentador, pero no, estamos en Navidad). El 22 es el día de la ilusión por la mañana temprano y de la salud a partir del mediodía. A unos pocos les cambia la vida y descorchan champán al tiempo que derrochan felicidad sin tener muy asumido lo que les ha pasado, mientras otros, los más, disfrutan viéndoles celebrar su buena suerte y se consuelan diciendo: “lo importante es la salud”. Pues sí, la salud es fundamental, pero ¿y si nos tocaran unos cuantos miles de euros? Que no, no, la salud es lo importante repites una y otra vez hablando con el vecino mientras piensas, mañana tengo que ir pronto al quiosco para comprar el periódico con la lista de números premiados. Seguro que tengo algún décimo con algo. Seguro, o casi. Casi que no.  
Nochebuena, Navidad, los Santos Inocentes (pobrecitos) y se acerca el 31 de diciembre. Andamos a carreras de un lado para otro (menos mal porque así bajamos todo lo que hemos comido de más, al menos, lo creemos, y así ya no nos sentimos tan mal), buscando el vestido perfecto para Nochevieja, que además tiene que estar bien de precio, porque ya vamos justos y aun faltan los Reyes. Pensabas llevar el mismo vestido de hace tres años pero ya no puede ser porque ha pasado de moda, y es imposible ir así a la fiesta de la pija de… a la fiesta que tu novio se ha comprometido a ir, dando por hecho que tu estarías encantada. ¿Por qué mi novio ha aceptado pasar la Nochevieja con su mejor amigo y su novia, “doña perfecta”, con unas piernas de infarto, un culo en su sitio, y una cinturilla de avispa? Tiene que haberse quitado las flotantes, pensaste cuando coincidiste con ella en el spa hace unos meses, y te pasaste todo el circuito sonriéndole a pesar de que te estabas estresando en lugar de relajarte mientras ella te contaba como estaba amueblando su nuevo loft. ¿Desde cuándo se paga en un spa por cargarte de tensión las cervicales? Desde que tu novio te deja para irse a la cafetería del dichoso spa con su amigo porque tú estás en la inmejorable compañía de la novia de su amigo. No puedes empezar así el año nuevo, no, y tampoco puedes negarte a ir porque tu novio está encantado de poder celebrar la Nochevieja totalmente gratis (verdadero motivo por el que aceptó la invitación). ¿Qué haces? Pues… cambias de novio (no, es demasiado mono y te prepara el desayuno), cambia tu novio de mejor amigo (imposible, se conocen desde la guardería, antes te dejaría a ti),  o… el mejor amigo de tu novio, es un buen mejor amigo y cambia de novia. Eso es, esa es la solución. Buscarle a su mejor amigo una nueva novia, con un loft fantástico, que ofrezca una fiesta estupenda para recibir el 2014 y con la que congenies desde el primer minuto.
Felices fiestas, feliz año nuevo y sobre todo, sonríe, que sonreír no cuesta dinero y es muy sano. Disfruta de la vida.  

No somos idiotas

       Antes, de vez en cuando necesitaba mirarme al espejo, pero últimamente lo hago con más frecuencia, en concreto desde que Rajoy llegó a la Moncloa. La última vez, ayer por la mañana después de leer uno de los titulares de los periódicos. El resultado, he visto a una chica monísima con un cutis fantástico. Lo que no he visto, por más que me he fijado, ha sido una frase escrita en mi frente, no había nada escrito, nada. Conclusión, no he podido leer en mi frente: soy idiota. Y no he podido leerlo porque no lo soy, igual que el resto de españoles.
         No me gustan las leyes que aprueba el gobierno, no me gusta que recorten los servicios sociales, congelen el salario mínimo ni mucho menos la ley de educación, de hecho creo que nada de lo que el gobierno ha hecho me gusta. Pero hay algo que detesto, y es que nos consideren idiotas, y lo hacen porque se escudan en la frase de que lo hacen todo por culpa de la crisis. Algunas cosas puede, (aunque me niego a creer que no hay otro modo), pero están usando la crisis como excusa para gobernar, y para colmo, ahora aparece Gallardón con su ley sobre el aborto, para decirnos, no, para obligarnos a las mujeres a hacer lo que él quiere que hagamos. Es curioso, para mí eso se llama imposición, machismo,…. Nunca antes me han impuesto nada, será porque cuento con unos padres tolerantes que me han educado orgullosos en democracia. De todos modos, y a lo que iba, el señor Gallardón ha hecho una declaraciones en las que dice que su ley es la más progresista de este gobierno. Su ley podrá ser muchas cosas, nos sobraran los calificativos, pero desde luego no es progresista.
        Ya que el ministro nos dice a las mujeres lo que tenemos que hacer y nos impone su criterio sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, al menos, que nos respete un poquito, y no ofenda también a nuestra inteligencia (y que lo haga extensivo al resto del gobierno). Que hagan lo que quieran (porque lo van a hacer) dado que la mayoría absoluta se lo permite, pero que no nos traten como si fuésemos idiotas.    

miércoles, 18 de diciembre de 2013

La caótica Nochebuena

La Nochebuena es la fiesta familiar de las Navidades, todos los que podemos nos reunimos en la casa de turno, ya sea la de papá y mamá o la de los suegros (ésta última si no tienes capacidad de negociación-manipulación de tu chico) para cenar todos juntos. Hasta aquí, normal; pero….
         Una semana antes, (los poco precavidos), un mes los demás, se ponen a pensar en el menú de la cena. Elegirlo no es fácil, hay que tener en cuenta el presupuesto, el número de comensales, y sobre todo quienes son las personas que has invitado a sentarse en tu mesa, para “disfrutar de su compañía”. Hay que tener en cuenta que el consuegro es carnívoro y pasa del pescado, que tu cuñada es alérgica al marisco, que el hijo insoportable de tu sobrina, al que apenas conoces, solo come pollo, que si tu hermana se ha hecho vegetariana hace un mes,…
         Una vez que tienes el menú, toca cocinar. Ya empiezas el día antes si tienes que preparar el postre. Ya en el día D, a media tarde te esmeras en dejar la mesa perfectamente decorada con su mantel navideño, la vajilla nueva, las copas, y las velas y el centro de mesa todo a juego con el mantel. Y te encierras en la cocina. Para entonces, y con la experiencia de otros años, sabes que debes organizarte y mantener la calma aunque veas como se derrama el caldo o se quema el cordero, y que pase lo que le pase a la salsa, tiene remedio. También sabes que necesitarás un juego de cacerolas de diez unidades, otros tantos fogones, la meseta que tiene el Arguiñano para trocear, emplatar y poner las dichosas fuentes, además de dos hornos y una nevera industrial. Básicamente no lo tienes, y debes arreglártelas con tu mini nevera, tu horno portátil, un minimeseta y la vitro de tres fogones.
         Pero no pasa nada, lo consigues, para cuando terminan de llegar los invitados ya lo tienes todo listo y puedes quitarte el delantal, bajar las mangas del jersey y soltarte el pelo. Te quedas de pie en la puerta del salón y observas, está todo de foto, tu mesa, tus invitados cogiendo la copa unos, la servilleta otros, y piensas en hacer un brindis. Sin embargo, acto seguido, en cuestión de milésimas de segundos, esa imagen desaparece, unos empiezan a hablar de política, otros de fútbol, tú suegra te felicita por la mesa: “Querida, está muy bonita la decoración de la mesa con la vajilla que te regalé, aunque yo jamás hubiera puesto ese centro de mesa que está desfasado. Tú sonríes y le das las gracias, comes, bebes, comes y sonríes y sigues comiendo y bebiendo, al tiempo que cada diez minutos miras el reloj para ver la hora que es, y piensas en el mérito que tienes por hacer lo mismo año tras año.  

Con todo esto y más, en serio, disfruta de la Nochebuena, de tu familia, de la gente que te quiere y a la que quieres, quédate con lo bueno y pasa del resto, y procura que sea así siempre y no solo una vez al año. Sonríe, que sonreír no cuesta dinero y es muy sano. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Recién llegada, como la Navidad

Blogs de cocina, de moda, de deportes, de cine, de… de todo lo que se os ocurra y más. Pues yo me niego a encasillarlo. Este blog será de lo que surja sobre la marcha y a la pregunta de por qué un blog, la respuesta es muy sencilla: no soy nada original. Todo el mundo tiene uno, mis amigas, conocidas, las famosas por supuesto y hasta el vecino del cuarto que nunca habla en las reuniones de la comunidad pero llega el primero y se marcha el último. Tenía ganas de tener mi propio blog, de ver cómo funciona esto (no lo tengo muy claro, y en cuestiones de terminología, ni idea) pero quiero pensar que aprenderé poco a poco, o a marchas forzadas.
Al pensar en el blog tenía muchas ideas pero ahora, frente a la pantalla en blanco han desaparecido unas y escondido otras, otros temas han pasado de actualidad en apenas unas horas o días. Así que me queda la socorrida Navidad. Para unos ya ha llegado, para otros aún falta algo de tiempo. Estos últimos deben de ignorar las luces navideñas colgadas por toda la ciudad, los adornos en las tiendas y escaparates, las luces y los árboles llenos de adornos en las casas, los Papa Noel colgados de las fachadas, los villancicos en los centros comerciales, etc.
Ignorar la Navidad se me antoja difícil, que si ya toca empezar a felicitar las fiestas a todo el mundo con el que hablas: “Felices fiestas, si ya no nos vemos antes de Nochebuena”, o comprar la lotería del día 22 por si toca: “Mira que si toca en este bar, y nosotros hemos estado aquí y no compramos…”, pues eso, que se compra. Estemos en crisis o no, la Navidad es distinta a cualquier época del año, incluso todos nos comportamos de manera diferente.
Para muchos las navidades se resumen en comer mucho, tener unos días libres, y hacer regalos, otros además, tienen la visión religiosa de la Navidad. Sin embargo, las entendamos como las entendamos, en general, somos más generosos y ayudamos al que lo necesita. Hay mucha gente pasándolo mal en estos tiempos, y puede que no sea de primera necesidad, pero para mí que un niño tenga un regalo que abrir en Navidad me parece fundamental. Todos hemos sido niños y todos hemos tenido la ilusión de tener algún regalo que abrir. Por eso, hagamos lo que podamos porque todos los niños sean niños.


Srta. Merveilleuse