Me
desperté pronto, aunque me negué a abrir los ojos para ver si
volvía a dormirme, pero no. Mi mente no me dejaba, ella insistía en
pensar en ti.
No
te conocía en realidad, ahora lo sé, sabía de ti lo que me
contabas y dejabas ver, pero la realidad no, ésa era otra. Aun no
entiendo por qué lo hacías, si porque estás acostumbrado a pasar
de puntillas por la realidad o porque tu vida no te gusta y te
inventas otra. Una vida paralela en la que querías que entrase a
formar parte de ella, de ese paralelismo que parecía verdad y era
todo mentira. Tú, que tan perfecto parecías y estabas lleno de
imperfecciones. No, no me creas ingenua, no lo soy, sé que la
perfección no existe, pero también sé que algunas personas pueden
rozarla, esas personas que encajan unas con otras resultan ser
perfectas entre ellas y para ellas. Pero no eras tú, tú no eres
perfecto y aún así me pienso si te quiero en mi vida.
Sé
que tú no me quieres en la tuya, solo en tu vida paralela, ésa en
la que no está tu familia, que seguirá existiendo siempre aunque
digas que no y de la que yo me niego a separarte. Tú y tu vida, la
real y la quieres que sea real y solo es imaginación.
Tú
y solo tú, sin un nosotros. Yo y solo yo, sin ti.