¿Qué
haces cuando te toca esperar? Esperar una llamada, una visita, un resultado de…
Nadal en Roland Garros cuando después del cuarto set se pone a diluviar y
suspenden el partido hasta… el día siguiente. ¿Qué haces? Contar ovejas. No,
eso es para dormir cuando estás desvelado.
Cuando esperas, puedes leer un libro, si lo
tienes, o releer alguno que te haya gustado, si tu mejor y olvidadiza amiga te
lo ha devuelto, o ver una película. Dirty
Dancing, si tienes el día nostálgico y romanticón o una de Harry “el Sucio”, si quieres ver … si
quieres ver a Harry “el Sucio”, se
puede optar por 60 segundos, ves a
Nicolas Cage con poco pelo y a la
Jolie sin su mini equipo de fútbol. Aunque una apuesta segura
es Lo que el tiempo se llevó, y si no que se lo pregunten a TVE que a día
de hoy debe ser lo único que le hace ganar audiencia, al menos con esta
película no la pierde. Por supuesto, se pueden ver culebrones. Si hasta ahora Nova echaba pocos, tranquilos, no os preocupéis,
que llega la Siete de Mediaset y nos pone más. Otra opción es
arreglar los armarios, claro que ver la ropa que no te pones porque no te sirve
igual no es muy apetecible. Siempre queda un último recurso, limpiar los
cristales. Esos que ahora están sucísimos porque no para de llover y apenas ves
a través de ellos las montañas nevadas. Esos que pronto dejarán pasar la luz de
la primavera y querrás ver limpios, y tú… tú… los miras al correr las cortinas
y los ves… sucios y enormes; además, ese pisito enano en el que vives, de repente
es la mansión de Julio Iglesias y está lleno de ventanas, de ventanas gigantes
y para colmo, de cristales hasta el suelo, y la mitad del cristal es fijo. ¿Cómo
pensaban quienes las idearon y las instalaron que yo iba a poder llegar a
limpiarlas por fuera? ¿Esperan que llame a una empresa de alpinistas?
Ahora, sin saber muy bien cómo, estás buscando
en Google alguna empresa de limpieza
con un empleado escalador en lugar de esperar a esa llamada que no suena y que
te estaba consumiendo la paciencia. Dale las gracias a tus cristales sucios, y
a esa vecina cotilla que te pregunta si tus cortinas son grises de verdad, que
hace que te suban los colores al restregarte por la cara que tus ventanas son
opacas y entonces, llegas a casa, te remangas, te pones tu chándal viejo y
andrajoso y te dispones a sudar la gota gorda, literalmente, con una bayeta con
amoniaco en una mano y papel de periódico en la otra. ¡Más maja ella! ¿Qué
harías tú sin esa vecina que te anima a limpiar las bonitas ventanas de tu casa
cada quince días?
En realidad, si estás esperando no te
estreses ni te agobies, piensa que lo que llegue será bueno, agradable y
beneficioso para ti y llegará cuando tenga que llegar. Cada cosa en su momento.
Disfruta de cada momento. ¡Y dale los buenos días a la vecina con una gran
sonrisa!
Sonríe, que sonreír es gratis y muy
sano. Feliz semana.