Habíamos
quedado a las ocho en una cafetería concurrida, la mesa al fondo a
la derecha, la que hay junto a la esquina, ahí estabas cuando entré.
Llevabas camisa blanca y una americana gris. Un pin en la solapa de
una avioneta. Pelo canoso y piel morena. Mirabas el periódico sin
levantar la cabeza, me acerqué y me senté en tu mesa, no enfrente,
sino en la silla de al lado. Entonces me miraste sorprendido, yo
sonreí y luego me quedé con la boca abierta a media sonrisa. Era
evidente que no me esperabas a mí. Supongo que es lo que tienen las
citas a ciegas, que nunca son lo que esperas.
Esa
amiga común que nos pone en contacto y nos obliga a acudir a tomar
un café con un desconocido porque resulta ser ideal. No sabía qué
decir, y me pareciste un desagradable porque no decías nada.
Maleducado porque al menos podías ser amable. Vale, no soy como
esperabas, pero podías invitarme a café y mantener una conversación
sobre el tiempo para que la situación ya de por sí incómoda lo
fuese un poco menos, pensaba.
Me
levanté para irme medio indignada medio avergonzada cuando me
sujetaste por el brazo y me pediste que me volviese a sentar.
Llamaste a la camarera para pedirle un par de cafés, y comenzamos a
hablar sobre un artículo que acababas de leer en el periódico.
Al
café le siguió un paseo por la zona antigua de la ciudad, un vino,
otro y una cena en un restaurante acogedor, en un local escondido de
las multitudes. Una conversación que no cesaba y una complicidad
poco habitual.
Un
beso de despedida seguido de varios mas y me pediste el teléfono
para quedar al día siguiente, al mismo tiempo que mi nombre. ¡¿Mi
nombre, no lo recuerdas?! Le pregunté. –No puedo saberlo porque lo
cierto es que no te presentaste cuando te sentaste en mi mesa, me
dijo. –No hacia falta, los dos sabíamos a quién íbamos a ver, le
respondí.
Su
cara fue de incomprensión. Entonces me di cuenta. ¿Cuántos hombres
con camisa blanca, americana gris y un pin de avioneta puede haber en
una cafetería a la misma hora y el mismo día?
¿Me
había equivocado de hombre, o había acertado de pleno?