martes, 1 de diciembre de 2015

Te observo

Ese privilegio que ofrecen las terrazas y los telescopios, ese privilegio de poder observarte en la distancia sin ser observada. Puede que quizás lo sepas, quizás te sientas observado, eso explicaría porqué de vez en cuando te giras y miras detrás tuyo como queriendo sorprender a alguien.
Lo hago de vez en cuando, no siempre, a veces opto por acompañarte en tu paseo por la playa, pero otras veces me gusta quedarme en casa esperándote. Tú no lo sabes pero en cuanto te vas, pongo el chocolate a fuego lento y me subo corriendo a la terraza y coloco el telescopio en tu dirección.
Me gusta verte, verte pasear con calma, mientras dejas que el agua te moje. A menudo te enfrascas tanto en tus pensamientos que se te olvida que vienen olas fuertes y te mojan el pantalón. Hace frío y volverás tiritando y corriendo, no pasa nada, el chocolate te espera junto a la chimenea.
Te gusta el mar. Con las manos en los bolsillos esperas las olas venir y las ves marchar. Te tomas tu tiempo, caminas sin prisa, incluso algunas veces te sientas rodeando con los brazos tus piernas, igual que cuando te acompaño y nos sentamos, me rodeas con tus brazos y me abrazas como si temieras que el viento me lleve o el frío del invierno me congele. Podemos pasarnos mucho tiempo sin decirnos nada, diciéndolo todo, sin ni siquiera mirarnos. No nos hace falta, ni entonces ni ahora. Tú mirando al horizonte, yo mirándote. Yo pensándote, tú pensándome. Te giras hacia la casa, no puedes verme, la distancia lo impide.
Recojo el telescopio y lo pongo en su sitio, bajo corriendo a apartar el chocolate del fuego, ya está listo, y la chimenea encendida, que añado leña para que coja más fuerza. Abrirás la puerta y estarás en casa.
Soñemos.


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